La mentira personal es un tema profundo y complejo que afecta a cada uno de nosotros de manera única y profunda.
Es el núcleo de creencias limitantes que moldean nuestra percepción de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Imagina que dentro de cada persona hay un disco compacto (CD) que contiene estas creencias arraigadas, un registro que influye en cómo nos vemos a nosotros mismos y en cómo interpretamos la realidad.
En este artículo exploraremos en detalle qué es la mentira personal, cómo se forma a lo largo de nuestras vidas y cómo afecta nuestra percepción y comportamiento.
Descubriremos las pistas fundamentales de este “CD” que guían nuestras decisiones y relaciones, y exploraremos el camino hacia la sanación y la liberación de estas limitaciones autoimpuestas.
¿Estás listo/a para desentrañar las capas de esta importante temática?
¡Comencemos!
La mentira personal es el pensamiento-creencia-sentimiento más negativo o limitante que una persona tiene acerca de sí misma y del mundo.
Hasta que no es sanada, esta mentira es defendida por innumerables memorias, conscientes e inconscientes, que la persona va incorporando a lo largo de su vida y, además, hace que seamos incapaces de percibirnos como los divinos hijos/as de Dios-a o del Universo que realmente somos.
Esta mentira personal es la raíz de la creencia de separación, es la raíz de nuestro ego y por ende la complicación más importante que tienes con tu pareja.
Dicta la forma en la cual creamos e interpretamos nuestra realidad. Podríamos decir que estamos cegados por ella.
Desde nuestra concepción, pasando por nuestra gestación y nuestro nacimiento hasta aproximadamente los 13 años de edad vivimos experiencias que instauran en nosotros una serie de creencias sobre quienes somos y como es el mundo.
A esta serie de creencias le vamos a llamar el CD de la mentira personal, así, como si fuese un CD de música.
Este CD tiene tres pistas bien diferenciadas.
La capa externa del CD a la que llamaremos “coraza” o “máscara”, es como una fachada que construimos para mostrar al mundo.
Es la representación externa de nuestra personalidad, basada en los logros percibidos. Esta capa es visible para los demás y se presenta como la imagen que proyectamos de nosotros mismos en diferentes contextos sociales.
La construcción de esta coraza está influenciada por las expectativas sociales, culturales y familiares que hemos internalizado a lo largo de nuestra vida.
Nos enseñan desde pequeños que ciertos comportamientos, características o logros son valorados y aceptados, mientras que otros pueden ser desaprobados o rechazados.
Así, aprendemos a adoptar roles y comportamientos que nos parecen más seguros o aceptables, creando esta capa externa que refleja lo que creemos que se espera de nosotros/as.
En base a estas experiencias vamos instaurando que hay ciertas partes de nosotros que son inadecuadas y vamos montando un puzzle con piezas-creencias falsas sobre nosotros/as mismos/as.
La coraza o máscara surge para tapar o paliar un dolor o verguenza personal.
Existen diferentes tipos de corazas o máscaras, algunas más reconocidas y valoradas socialmente que otras.
Por ejemplo, una persona puede construir una coraza basada en el éxito profesional, mostrando logros académicos o laborales como parte central de su identidad. Esta máscara puede estar bien vista y admirada por la sociedad, pero también puede generar presión y ansiedad por mantener ciertos estándares de éxito porque, sobre todo, está basada en esconder o paliar creencias dolorosas sobre uno mismo.
Por otro lado, hay corazas menos valoradas socialmente pero igualmente válidas para escapar de sentimientos dolorosos, como aquellas basadas en la sensibilidad emocional, la creatividad o la espiritualidad. Si, se puede utilizar el mundo espiritual como compensación, para huir de lo que siento.
Es importante reconocer que esta capa externa se forma a traves de compensaciones.
Esta capa externa cumple una función de protección al crear una barrera entre nuestra vulnerabilidad interna y el mundo exterior.
Nos ayuda a sentirnos seguros y aceptados, pero es una seguridad falsa porque la tarea está en desmontar todas las creecias limitantes que tenemos sobre nosotros mismos y regresar a la esencia.
La capa de vulnerabilidad es el núcleo donde reside nuestra herida emocional más profunda.
Aquí es donde anida nuestra mentira personal, la cual actúa como una raíz que nutre muchas otras creencias limitantes y críticas de nuestro implacable juez interior.
En este nivel, nos encontramos con la herida de vergüenza, desvalorización e inadecuación que todos llevamos en mayor o menor medida.
Es como un virus emocional con el que estamos contagiados desde nuestra más tierna infancia, a través de experiencias, interacciones y mensajes tanto verbales como no verbales recibidos en nuestro entorno cercano.
Esta herida nos hace sentirnos insuficientes, imperfectos, faltos de confianza, inadecuados e incluso indignos de amor y aceptación.
Es el lugar donde se originan muchas de nuestras creencias limitantes más arraigadas, aquellas que nos dicen que no somos lo bastante buenos, que nunca podremos alcanzar ciertos estándares de éxito o que no merecemos ser felices y amados tal como somos.
Nuestro juez interior, alimentado por esta mentira personal, se convierte en una voz crítica y exigente que constantemente nos recuerda nuestros supuestos defectos y debilidades.
Esta voz interior puede ser tan potente que moldea nuestra percepción de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, limitando nuestras acciones, decisiones y relaciones.
La capa de vulnerabilidad es el lugar donde guardamos nuestras heridas emocionales más profundas, aquellas que evitamos mostrar al mundo y que tratamos de no sentir a toda costa por eso creamos la coraza externa.
Sin embargo, es importante comprender que ignorar o reprimir estas emociones solo refuerza la mentira personal y perpetúa el ciclo de sufrimiento emocional.
El proceso de sanación y liberación de la mentira personal requiere adentrarse valientemente en esta capa de vulnerabilidad, explorando nuestras emociones más difíciles y desafiando las creencias arraigadas que nos limitan.
Aceptar nuestras imperfecciones, aprender a amarnos y valorarnos tal como somos, y cultivar una relación compasiva con nuestro propio ser son pasos fundamentales en este camino de transformación y crecimiento personal.
La esencia es el núcleo de nuestro ser auténtico y verdadero.
Esta pista habla de quiénes somos en nuestra esencia más pura y profunda, más allá de las máscaras que mostramos al mundo y de las heridas emocionales que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida.
En este nivel, nos conectamos con nuestra verdadera naturaleza, con el ser que estamos destinados a ser. Es el lugar donde reside nuestra autenticidad, nuestra creatividad, nuestra capacidad de amar y de experimentar la plenitud de la vida. Es la fuente de nuestra alegría, paz interior y sentido de propósito.
La mentira personal, arraigada en la capa de vulnerabilidad y protegida por la coraza externa, actúa como un velo que oculta nuestra verdadera esencia y nos aleja de vivir en armonía con nuestro ser auténtico.
La clave para acceder a nuestra esencia radica en un proceso profundo de autoexploración, autoaceptación y autenticidad. Requiere despojarnos de las máscaras y roles que hemos adoptado para encajar en expectativas externas, y enfrentarnos valientemente a nuestras heridas emocionales para sanarlas desde la compasión y la aceptación.
El viaje hacia ti misma/o siempre es hacia adentro.
Pero ¿cómo se puede crear una buena relación de pareja cuando no te sientes suficiente, cuando detrás de la imagen que proyectas hay alguien que se siente inadecuado?
Un tema muy interesante ¿verdad?
En este vídeo puedes profundizar un poco más.
Nos relacionamos con los demás desde la máscara o la coraza que para ello la hemos construido con tanto esfuerzo y estaría bien salvo por un pequeño detalle, desde la máscara no podemos intimar con nadie.
Es imposible.
Si quieres verdadera intimidad vas a tener que entrar en esa capa que no quieres ni mirar, entre otras cosas porque duele.
Es importante recordar que el camino hacia nuestra esencia no es lineal ni fácil.
Requiere trabajo interior, valentía para confrontar nuestras sombras y apertura para abrazar nuestra luz interior.
Sin embargo, el resultado vale la pena: una vida vivida desde la autenticidad y la plenitud, donde podemos ser verdaderamente quienes estamos destinados a ser.
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